Un vaso de agua derramado sobre la arena. Dos pájaros jugando con
corrientes de aire sobre un cielo gris. Los ojos que ven pasar el día por la
ventana de una oficina. Los labios que se suspenden cuando desgastan tu vientre
cálido. La lluvia de martes por la tarde bautizando la colilla en el andén
vacío. Manotazo de ahogado. Un cuadro de San Jorge en el tabique del salón. Un
tren detenido en el campo. Una oficina pública y ojerosa. Un reloj pernoctando
en el cajón. Un perdón que no olvida. Un resentimiento sin memoria. El llanto
caprichoso de un niño. Unos ojos que observan, una boca que se atrofia con el
tiempo, un par de oídos como únicos jinetes capaces de soportar el galope del
tiempo. Un puente sin pasamanos. Un ayer siempre ayer. Una costumbre incapaz de
amanecer dos veces en un mismo lugar. Un moretón. Un rinoceronte. Un parque de
madrugada. Un anillo en la tubería. Un inquilino moroso que despierta
compasión. Un eterno insatisfecho. Un verano de uñas largas empuñadas a un
calendario que lo empuja hacia el recuerdo. Una mosca zumbando en la cabeza.
Una cerradura filtrando campos de luz en la montaña. La memoria. Los espejos
sucios. Los períodos de ausencia. Una mochila olvidada en la estación. Un tumor.
Un patín. Una cresta sin cabeza. Dos días, de frente y de reverso. Una noche.
Mil insomnios. Una carta ya obsoleta. Una llamada fumando. Un mapa. Una ciudad.
Un yo. La costa. El agua. El tiempo masajeándome las piernas.
Me encantó!!!!!!!
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