Al final no queda más camino que ir detrás del camión de la basura.
19.1.18
9.1.18
El tocadiscos
Buenos Aires, que, como una guerra, saca lo peor y lo mejor de las personas. Buenos Aires, que con una caricia te rompe el corazón y luego va y te muestra el culo. Buenos Aires, maraña de asfalto despeinada, acrobática y celeste, valiosa chatarra que amamos sin descanso. Mañana siempre volveré a Buenos Aires (amor & odio tatuado en los nudillos) y sé que llegaré con miedo de ver al diputado...al militante...al columnista...al cholulo...al borracho o al volado que, tirado en la vereda, me ofrece sus poemas.
Qué más da volver me digo antes de llegar, si hoy en día Facebook y WhatsApp son el nuevo Buenos Aires, el nuevo París, o el nuevo Nueva York (siempre tan más more); podría quedarme enredado por las diversas tierras del mundo como y estar presente, incluso después de muerto, como Siri.
Pero no, vuelvo siempre a Buenos Aires por responsabilidad imperial; aunque no me la reconozca yo sé que es así. Pero es que en ese nido de ansiedades, tejido entre calles y avenidas, o serpientes y spaghettis, yergue, siempre luminoso, un espacio alrededor del cual gira y gira el Universo como un disco de vinilo.
Qué más da volver me digo antes de llegar, si hoy en día Facebook y WhatsApp son el nuevo Buenos Aires, el nuevo París, o el nuevo Nueva York (siempre tan más more); podría quedarme enredado por las diversas tierras del mundo como y estar presente, incluso después de muerto, como Siri.
Pero no, vuelvo siempre a Buenos Aires por responsabilidad imperial; aunque no me la reconozca yo sé que es así. Pero es que en ese nido de ansiedades, tejido entre calles y avenidas, o serpientes y spaghettis, yergue, siempre luminoso, un espacio alrededor del cual gira y gira el Universo como un disco de vinilo.
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