…y
sabrá que todo era un artificio para que me dé un clic, que aquí no hay nada de
eso que venía a buscar.
Discúlpeme
si se siente frustrado, si como se dice lo he dejado con las ganas, es cínico
decirlo pero realmente poco importa cómo se sienta o lo que haga a partir de
ahora, pues ya me ha dado su clic, y con
eso ya ha dejado su marca en algún remoto algoritmo que engorda estadísticas
digitales; no las que miden su frustración (esas sólo generan ganancias para su
psicólogo o barman amigo) sino las que estudian su comportamiento en la web. Debo
advertirle que sus clics -vehementes y
fugaces- tienen más poder del que usted piensa, créame si le digo que tienen
tanto poder que están delineando nuestra cultura. Así de contundente parece
estar el panorama hoy en día. Le resulte extraño o no, usted tiene atada a
nuestra cultura de ese mouse que
reposa inquieto bajo su mano derecha.
No
es noticia que las redes sociales han cambiado el mundo de la información: hoy
en día todos estamos conectados y todos
tenemos voz. La cantidad de energía que esto deposita en la forma en que
consumimos información no debe ser subestimada. Pero tranquilo, no he venido a escribir otro
artículo anti-redes sociales o sobre lo sano que se vivía antes de que inunden
nuestras vidas, sino más bien he venido a hablarle de belleza - sí, belleza.
En
La decadencia de la mentira, de Oscar Wilde, los personajes Vivian y Cyril
discuten sobre si el arte imita a la vida, o la vida imita al arte. Según
plantea Vivian –el más lúcido de los dos-, no es menos cierto que la Vida imita
al Arte mucho más que el Arte imita a la Vida, dice y continúa: “todos hemos
visto estos últimos tiempos en Inglaterra cómo cierto tipo de belleza original
y fascinante, inventado y acentuado por dos pintores imaginativos, ha influido
de tal modo sobre la vida que la gente se comporta y luce como verdaderas obras
de arte. Y siempre ha sido así. Un gran
artista inventa un tipo de arte que la Vida intenta copiar y reproducir bajo
una forma popular; los verdaderos
discípulos de un gran artista pues, no son sus imitadores de estudio, sino los
que van haciéndose semejantes a sus obras.”
Me
gustaría usar la máxima de Vivian sobre cómo la vida acaba imitando al arte, y
tomarme el atrevimiento de cambiar la palabra arte por internet ya que hoy en
día ésta tiene tanta presencia en nuestras vidas como el arte la tenía en la de
los ingleses del siglo 19, y preguntar si
la forma y sustancia que parece estar definiendo a internet actualmente, es un
modelo de vida a imitar. Si, como diría un Vivian del 2015, la vida,
gracias a internet, adquiere no tan sólo la espiritualidad, hondura de
pensamiento y de sentimiento, la turbación o la paz del alma, sino que también la
dota de belleza.
Muy
probablemente todos estemos en contra de la información basura o distractora, y
seguramente también muchos piensen que actualmente
hay graves problemas de civismo tanto en la calle como en la web,
pero también supongo que la gran mayoría está
haciendo clic en la misma noticia
morbosa o el mismo insulto, difundiendo
como consecuencia un ruido que alimenta
los impulsos más bajos de nuestra sociedad.
En este escenario, lo más obvio parecería culpar a los medios por la
mediocridad de la información, pero hay que pensar que si la basura se vende es
precisamente porque la estamos comprando. En un panorama mediático cada vez
más ruidoso,
el incentivo es
hacer más ruido para ser oído, y esa tiranía de lo escandaloso alienta la tiranía de lo
desagradable.
El dilema es si uno está
dispuesto a hacer
un sacrificio personal
para cambiarlo.
No me refiero a renunciar a Internet,
me refiero a cambiar la forma de hacer clic,
porque hacer clic es, en definitiva, dar poder.
Hoy en día, nosotros
decidimos lo que llama la atención en base a lo que le damos
atención. Usted
puede pensar que las opiniones o noticias que publica en su muro de Facebook, o
a través de su cuenta personal de Twitter son actos privados porque solo lo
leen sus amigos. Error.
Todo lo que buscamos en Google, todo lo que
tuiteamos, y
a todo a lo que hacemos clic, es
un voto que estamos dando a favor de algo.
Para
empezar, hay dos cosas que todos podemos hacer, o más bien una que podemos
hacer y una que deberíamos dejar de hacer.
Primero, no quedarse callado cuando vemos a alguien
agrediendo a otro en la web. Pienso
que debemos participar contrarrestando lo negativo con lo positivo, el insulto
con la reflexión, lo dogmático con el humor.
Y en segundo lugar, debemos dejar de hacer clic
sobre aquello que nos lleva a la información basura
y engorda las estadísticas de lo más visto. Debemos dejar de morder el anzuelo.
Recuerde que los clics tienen consecuencias tanto
para usted como para el resto de nosotros. Cada vez que haga clic en un titular salaz, no
sólo está consumiendo información que no necesita (¿cuánto más realmente
necesita leer acerca del culo de Jennifer López?), también está asegurando que
ese medio continuará impulsando ese tipo de información. Cada búsqueda que
usted hace en Google es analizada por los editores de noticias que buscan ver
qué temas son "una tendencia" y así elegir cuáles historias publicar
en sus sitios web.
Si
no nos gustan los políticos que se insultan mientras los problemas sociales
persisten, dejemos
de hacer clic en las historias
morbosas sobre políticos - o en los insultos entre
sus seguidores por las redes sociales.
Hacer clic en este
tipo de historias sólo lleva a que la basura crezca y cubra nuestra cultura.
Nuestros
hábitos tienen un inmenso poder, y
eso lo saben los medios de comunicación. Si, como decía Vivian, los
verdaderos discípulos del arte no son sus imitadores de estudio, sino los
ciudadanos que van tornándose semejantes a sus obras, le propongo
asemejarnos a aquello que nos enriquece y no a lo que nos embrutece.
Si el trato aquí
parece ser que gana el que obtiene el mayor número de clics, entonces tenemos que hacerlos
valer usándolos para dar forma a la cultura que queremos.
Ensayo publicado en la revista esQuisses, 25 de mayo 2015, Guatemala
http://www.esquisses.net/2015/05/escandalo-y-violencia-deme-un-clic-y-sabra/
http://www.esquisses.net/2015/05/escandalo-y-violencia-deme-un-clic-y-sabra/
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