-
Por favor sea breve en sus cuentos, Señor Salgado. Ya habrá leído en los
periódicos que la crisis financiera ha obligado
al gobierno a hacer recortes en cultura, educación y sanidad. Y nuestra revista,
pues, se ha visto afectada.
-
(…) Sí, estaba al tanto, claro, pero como buscaban editores no se me había
ocurrido que los recortes habían llegado a la revista.
- Pues sí, verá, justamente toda esta
restructuración que estamos atravesando se debe a que nos hemos visto en la obligación de tomar un rumbo más…digamos
beneficioso, y pues la sección de cuentos y ficciones por su –y disculpe si
suena fuerte- inutilidad para el
lector, ha sido reducida a cien palabras; el resto del espacio original estamos
pensando en cubrirlo con publicidad y una nueva sección sobre listas, ya sabe, del
estilo “10 cosas que todo soltero debe saber antes de ir al supermercado”, ¿me
explico?, breves textos útiles para
el lector.
-
Entiendo. Pero yo nunca he…
-
Mire, parte de la restructuración ha implicado despedir aquellos editores que
tendían a lo infinito y buscar un escritor de brevedades, como me cuentan que
es usted.
(Larga
pausa reflexiva, muy poco beneficiosa para entrevistas de trabajo).
-
No es mi intención iniciar una discusión filosófica o –y disculpe si suena
fuerte-, soltarle el rollo, pero si los políticos justifican los recortes alegando
el beneficio o utilidad que pueda generar la cultura, me temo que si eliminamos
lo inútil estaremos perturbando el futuro de la humanidad. Sé que puede sonar
exagerado y hasta dramático, pero imagínese nuestro presente sin esas novelas supuestamente
inútiles del pasado. No sé, se me ocurre Edgar Allan Poe. O Felisberto
Hernández, u Oliverio Girondo. ¿Qué beneficio le genera a alguien haber leído sus
cuentos? Y sin embargo…. Además no puedo
mentirle señora Lezama, debe saber que yo, como todo escritor de brevedades,
nada anhelo más en este mundo que escribir textos interminables.
-
Entiendo, pero aquí no es el lugar. Por favor sea breve, se lo vuelvo a pedir,
de otro modo no tiene sentido que continuemos con esta entrevista. La nueva
política de la revista es generar un contenido útil, estético y ligero. La
gente no tiene tiempo para dedicarse a una lectura extensa. La gente está
cansada Señor Salgado, y cuando lee, pues quiere distraerse sin esfuerzos. Y
hoy en día, lo extenso espanta. En la redacción tenemos editores de ficción con
una gran capacidad para corregir hasta hacer todo cada vez más pequeño. Pero
deberá ayudarnos. Por eso le pido que por favor que sea breve al contar sus
historias. Además seamos honestos Señor Salgado, nada es más pesado que
soportar lo innecesario. A buen entendedor pocas palabras, ¿no? De hecho, su columna,
como decía el aviso, sería de cien palabras, ni una más ni una menos. Por
cierto, ¿ha traído las cuatro muestras que se solicitaban en el anuncio?
-
Entiendo, y disculpe que siga con el rollo, pero después de todo nadie ni nada
está exento del drama de nuestros tiempos, la contaminación hasta de lo inútil
con la idea del beneficio y el lucro. Me limitaré en la extensión Señora Lezama,
pero teniendo en cuenta que la crisis que hay allí afuera no es sólo
financiera, también me limitaré a mantener mis cuentos inútiles y absurdos, me
temo que es necesario. Gracias por su tiempo; la amabilidad, por más que ocupe
espacio, nunca está de más. Y ahora sí, aquí le dejo mis cuatro muestras de
cien palabras cada una:
Borrachera
cara
Regresaba
borracho como nunca antes. El motivo exigía: terminaba el colegio con 32 años.
Cerca del parque tropecé y caí sobre la nieve. Sin fuerzas para levantarme
preferí dormir mientras los copos me iban cubriendo. Supongo que mi corazón
latió al mínimo vital y el alcohol se encargó de conservarme pues dormí cuatro
meses bajo nieve. En Abril desperté con hambre. Lo primero que hice fue
preguntar por mi diploma. Confundidos de verme regresar, dijeron que mi
certificado de defunción lo había anulado y que debía rendir un nuevo examen,
el cual hoy, con 45 años, todavía no logré aprobar.
La
alegría del día
La
conferencia sobre crisis alimentarias terminó y los participantes apagan
computadoras, intercambian tarjetas y recogen abrigos. En pocos minutos la sala
se vacía mientras espero a un costado. Cuando entro para recoger basura y
aspirar la alfombra advierto un participante en el fondo. Me acerco y corroboro
lo que supuse: está profundamente dormido y
ahogándose en ronquidos. Su cinturón se oculta bajo una barriga
perfectamente redonda sobre la cual se apoyan sus brazos cruzados. En el
cuaderno frente a él, círculos y
garabatos. Espero quince minutos en silencio y me retiro apagando la luz. Regresando
a casa en autobús, sonrío.
El
Caribe
En
pocos segundos el cielo se oscureció y el viento se avivó con tal furia que los
granos de arena revoloteando pinchaban como agujas.
¡Sal
del agua ya mismo! grité a mi hija mientras el huracán apareció envolviéndola
en su hélice. Sentí la premonición del final y corrí hasta saltar en su ojo con
el único objetivo de encontrarla entre su maraña.
De
a ratos creía verla mientras volaba entre latas y maderas. Finalmente caí y el
cielo se despejó. Caminando entre escombros escuché su voz. - Yudelka, ¿eres tú? ¿Sal de ahí?
-
Estoy desnuda, papá, me da vergüenza-.
Maté
la mata
Maté
la mata un martes al mediodía. Me llenó de melancolía mirar la melena -que hace
minutos era mía- yacer muerta sobre el mármol. Más de mil días mirándola
crecer. ¡Mierda, mierda, y más mierda! Maldije mi repentina madurez, mi
mediocre afán por modernizarme. Me vino a la mente Marta, mi mujer, también su
madre (la muy militar). Pagué con monedas al maldito que me masacró y salí mudo
de esa monstruosa barbería. Me fui molesto, marchando con una mirada que
imploraba milagros, y sin mencionar la más mínima palabra, me dije a mi mismo:
menos mal que todos moriremos.Publicado en esQuisses, 23 de octubre: http://www.esquisses.net/2015/10/por-favor-sea-breve/
Publicado en el suplemento cultural del periódico guatemalteco La Hora, 30 de octubre:
http://issuu.com/lahoragt/docs/cultural_31-10-2015
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