31.10.15

Por favor, sea breve.


- Por favor sea breve en sus cuentos, Señor Salgado. Ya habrá leído en los periódicos que la crisis financiera ha obligado al gobierno a hacer recortes en cultura, educación y sanidad. Y nuestra revista, pues, se ha visto afectada.
- (…) Sí, estaba al tanto, claro, pero como buscaban editores no se me había ocurrido que los recortes habían llegado a la revista.
-  Pues sí, verá, justamente toda esta restructuración que estamos atravesando se debe a que nos hemos visto en la obligación de tomar un rumbo más…digamos beneficioso, y pues la sección de cuentos y ficciones por su –y disculpe si suena fuerte- inutilidad para el lector, ha sido reducida a cien palabras; el resto del espacio original estamos pensando en cubrirlo con publicidad y una nueva sección sobre listas, ya sabe, del estilo “10 cosas que todo soltero debe saber antes de ir al supermercado”, ¿me explico?, breves textos útiles para el lector.
- Entiendo. Pero yo nunca he…

- Mire, parte de la restructuración ha implicado despedir aquellos editores que tendían a lo infinito y buscar un escritor de brevedades, como me cuentan que es usted.
(Larga pausa reflexiva, muy poco beneficiosa para entrevistas de trabajo).
- No es mi intención iniciar una discusión filosófica o –y disculpe si suena fuerte-, soltarle el rollo, pero si los políticos justifican los recortes alegando el beneficio o utilidad que pueda generar la cultura, me temo que si eliminamos lo inútil estaremos perturbando el futuro de la humanidad. Sé que puede sonar exagerado y hasta dramático, pero imagínese nuestro presente sin esas novelas supuestamente inútiles del pasado. No sé, se me ocurre Edgar Allan Poe. O Felisberto Hernández, u Oliverio Girondo. ¿Qué beneficio le genera a alguien haber leído sus cuentos? Y sin embargo….  Además no puedo mentirle señora Lezama, debe saber que yo, como todo escritor de brevedades, nada anhelo más en este mundo que escribir textos interminables.

- Entiendo, pero aquí no es el lugar. Por favor sea breve, se lo vuelvo a pedir, de otro modo no tiene sentido que continuemos con esta entrevista. La nueva política de la revista es generar un contenido útil, estético y ligero. La gente no tiene tiempo para dedicarse a una lectura extensa. La gente está cansada Señor Salgado, y cuando lee, pues quiere distraerse sin esfuerzos. Y hoy en día, lo extenso espanta. En la redacción tenemos editores de ficción con una gran capacidad para corregir hasta hacer todo cada vez más pequeño. Pero deberá ayudarnos. Por eso le pido que por favor que sea breve al contar sus historias. Además seamos honestos Señor Salgado, nada es más pesado que soportar lo innecesario. A buen entendedor pocas palabras, ¿no? De hecho, su columna, como decía el aviso, sería de cien palabras, ni una más ni una menos. Por cierto, ¿ha traído las cuatro muestras que se solicitaban en el anuncio?
- Entiendo, y disculpe que siga con el rollo, pero después de todo nadie ni nada está exento del drama de nuestros tiempos, la contaminación hasta de lo inútil con la idea del beneficio y el lucro. Me limitaré en la extensión Señora Lezama, pero teniendo en cuenta que la crisis que hay allí afuera no es sólo financiera, también me limitaré a mantener mis cuentos inútiles y absurdos, me temo que es necesario. Gracias por su tiempo; la amabilidad, por más que ocupe espacio, nunca está de más. Y ahora sí, aquí le dejo mis cuatro muestras de cien palabras cada una:

Borrachera cara         
Regresaba borracho como nunca antes. El motivo exigía: terminaba el colegio con 32 años. Cerca del parque tropecé y caí sobre la nieve. Sin fuerzas para levantarme preferí dormir mientras los copos me iban cubriendo. Supongo que mi corazón latió al mínimo vital y el alcohol se encargó de conservarme pues dormí cuatro meses bajo nieve. En Abril desperté con hambre. Lo primero que hice fue preguntar por mi diploma. Confundidos de verme regresar, dijeron que mi certificado de defunción lo había anulado y que debía rendir un nuevo examen, el cual hoy, con 45 años, todavía no logré aprobar.

La alegría del día
La conferencia sobre crisis alimentarias terminó y los participantes apagan computadoras, intercambian tarjetas y recogen abrigos. En pocos minutos la sala se vacía mientras espero a un costado. Cuando entro para recoger basura y aspirar la alfombra advierto un participante en el fondo. Me acerco y corroboro lo que supuse: está profundamente dormido y  ahogándose en ronquidos. Su cinturón se oculta bajo una barriga perfectamente redonda sobre la cual se apoyan sus brazos cruzados. En el cuaderno frente a él,  círculos y garabatos. Espero quince minutos en silencio y me retiro apagando la luz. Regresando a casa en autobús, sonrío.

El Caribe
En pocos segundos el cielo se oscureció y el viento se avivó con tal furia que los granos de arena revoloteando pinchaban como agujas.

¡Sal del agua ya mismo! grité a mi hija mientras el huracán apareció envolviéndola en su hélice. Sentí la premonición del final y corrí hasta saltar en su ojo con el único objetivo de encontrarla entre su maraña.
De a ratos creía verla mientras volaba entre latas y maderas. Finalmente caí y el cielo se despejó. Caminando entre escombros escuché su voz.
- Yudelka, ¿eres tú? ¿Sal de ahí?

- Estoy desnuda, papá, me da vergüenza-.

Maté la mata
Maté la mata un martes al mediodía. Me llenó de melancolía mirar la melena -que hace minutos era mía- yacer muerta sobre el mármol. Más de mil días mirándola crecer. ¡Mierda, mierda, y más mierda! Maldije mi repentina madurez, mi mediocre afán por modernizarme. Me vino a la mente Marta, mi mujer, también su madre (la muy militar). Pagué con monedas al maldito que me masacró y salí mudo de esa monstruosa barbería. Me fui molesto, marchando con una mirada que imploraba milagros, y sin mencionar la más mínima palabra, me dije a mi mismo: menos mal que todos moriremos.


Publicado en esQuisses, 23 de octubre: http://www.esquisses.net/2015/10/por-favor-sea-breve/

Publicado en el suplemento cultural del periódico guatemalteco La Hora, 30 de octubre:
http://issuu.com/lahoragt/docs/cultural_31-10-2015

10.10.15

Salir(se)

María me dijo por whatssup, desde Gotemburgo, que antes de que un escritor pueda lograr un texto trascendental, primero debe atravesar ciertas batallas vitales contra el mundo. Debe resolver cierto enigma de su propia historia antes que pueda ofrecer otra más valiosa a los lectores. No sólo dijo eso María, sino que además, como si no hubiera sido ya bastante trágico su veredicto, remató que no basta con atravesar batallas y resolver enigmas, -que ya es mucho pedir-, sino que además el escritor debe aprender de todos esos obstáculos si lo que pretende es, por fin, un texto valioso. (Todo venia más o menos bien hasta eso de aprender, pensé mirando la pantalla del celular). Siempre entendí que lo único que se requiere para escribir es una oscura capacidad para salirse de toda batalla y enigma.
 
Tal vez porque ella nació en uno de los países más nórdicos del planeta y yo bien al sur, es que pensamos distintos sobre cómo afrontar la escritura, una aspiración compartida. Tal vez porque ella viene de un lugar donde, por ley de gravedad, se exige cierto esfuerzo para salirse del planeta por su extremo más inmediato, mientras que de dónde vengo yo, sin mayor esfuerzo, tan sólo dejándome en manos de las leyes naturales de la física, ya me salgo por el culo. Tal vez por eso ella piensa que escribir requiere voluntad de madurar, mientras que yo sostengo que solo hay que dejarse caer. Suficiente con las teorías.
 
En todo caso Maria y yo coincidimos en que se escribe desde afuera: desde afuera de todo ese ruido frívolo que aturde a la escritura y que muchas veces se confunde con ella, desde afuera de todos esos detalles innecesarios que distraen a un escritor, de todas esas comparaciones, celos, envidias, o lo que es igual, de todo juicio personal o ajeno sobre nuestras oraciones siempre tan tartamudas aún.
Hay que ser sublime sin interrupción, decía Baudelaire el maldito, cuyas palabras sobre este mundo parecían concebidas desde otro, y escondían, pienso yo, la sospecha de que lo sublime  «es ahora pero afuera»: si hay gloria en los desdenes que atravesamos, sospecho que se esconde en las creaciones que logramos desde afuera del mundo, pero paradójicamente, de mundo hasta el cuello. Salirse por una causa mayor. Y es que sucede que en algunos oficios hay que desarrollar la locura necesaria para salirse siempre por caminos que lleven a la perdición. Tal vez conduzcan a un lugar hermoso y nuevo. Hermoso. Nuevo. ¿Acaso no son esas dos palabras las que le calzan al texto que buscamos?
 
No hay nada como la ansiedad que provoca suponer que hay que atravesar, resolver y encima aprender, antes de poder lograr una historia. Nada como creer que es después y no ahora, allí y no aquí, donde debemos estar. Demasiados hijos, demasiado desierto, demasiadas horas en ese trabajo vil, demasiadas dudas, demasiadas cosas faltan resolver antes de sentarme a escribir. Pero el verdadero escritor, eternamente atrapado por sus propios enigmas y batallas, sabe que lo más importante es escribir, aun cuando la derrota esté anunciada. No, SOBRE TODO cuando la derrota esté anunciada. Muy probablemente por eso escribe después de todo. No se sería escritor de lo contrario.
 
Le contesto a María que no sé qué contestar, que aquí abajo no hace tanto frío como para andar pensando esas cosas. Además estoy caminando por el puerto y tengo demasiada hambre como para masticar teorías. Nos despedimos entonces con un emoticón, que es la forma más breve que tenemos para decirnos adiós. Por fin encuentro un carrito de hot-dogs. Le pido a la señora que hay detrás del delantal blanco por favor uno con mostaza y me siento a comer en uno de los bancos de hormigón que hay en muelle.
 
Es reconfortante pensar que si te sales de toda seguridad, si arrojas todo por la borda y escribes como si por fin abandonaras la isla en la que naufragaste hace años, lanzándote al oleaje sobre unos troncos atados sin más reservas que una cantimplora con un sorbo de agua dulce, apuesto a que al fin tendrás un texto valioso, y por un momento, aunque solo dure un instante, serás sublime sin interrupción.
 
 
 
Columna publicada en la revista cultural guatemalteca esQuisses. 9 de octubre de 2015:  http://www.esquisses.net/2015/10/salirse/