2.8.16

03: Testigo

03: O tal vez uno se lanza a viajar para luego poder tener historias que contarse, o contar, y así imaginarse que en la vida le ha sucedido algo. No sé, se me ocurre. Aunque no todo viaje es movimiento. También puede uno quedarse quieto y hacer viajes imaginarios y luego contarse esas historias mentales, también para consolarse de que le ha sucedido algo en su vida.
En mi caso hubo un tiempo en que fui un viajero. En el fondo se trata de estar disponible digo yo. Al menos lo estaba cuando era un aventurero. Moverme era mi actividad principal aunque no era consciente de eso, no como ahora. Entonces podía levantarme en mitad de la noche y salir a andar, o en la tardecita y ya no volver hasta el día siguiente. Me podía subir a un tren o a un colectivo de línea urbana y andar hasta que decidiera bajarme, usualmente eligiendo mis paradas, o pueblos, según el sonido que hacían sus nombres en mi oído interno. Podía bajarme y andar por las calles desconocidas, pasar la noche en un hostal, cenar entre extraños (mochileros, comerciantes, extranjeros, viajeros, quién sabe, asesinos), caminar por lugares muchas veces vacíos. Era un viajero anónimo, una especie de soplido de otro lugar que observaba e imaginaba. Ésa era para mi la aventura, la cual casi siempre tenía forma de viaje.
Pero para esta aventura que nos incumbe hasta el día 15 necesito un testigo, un confidente tan crédulo como vos (que en realidad soy yo), tan familiar, alguien, en fin, que me escuche con atención y desde lejos.




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